Miguel Ángel Esnaola, nuevo delegado diocesano de Ecumenismo

Tras su designación, hemos hablado con Miguel Ángel para que nos ofrezca sus primeras impresiones:
¿Qué puede significar hoy el ecumenismo?
Nos encontramos en un mundo que se transforma como nunca antes lo había hecho. Situarnos en este hoy nos requiere, en primer lugar, conscientes de dónde venimos. Jesús expresó al Padre, poco antes de su pasión y muerte, su deseo de que todos fuésemos uno, para que el mundo crea (Jn 17,21). Recogido como oración en ese momento, se convierte en un testamento que nos compromete y une a Él vitalmente.
La búsqueda de la unidad de los cristianos significa pasar del “nosotros y los otros” a un “nosotros” basado en la comunión y vivido en una fraternidad concreta. Somos hermanos y hermanas que por situaciones históricas complejas hemos dejado que se instale el pecado de la división. Esto representa un escándalo para todo el mundo, lo cual nos debe hacer humildes y decididos a caminar juntos para conocernos y amarnos, rezar por y con los demás, así como trabajar juntos por la paz y la justicia.
¿Qué actitud tener ante los seguidores de otras religiones?
La sociedad en general y nuestro entorno en particular ve cómo, junto con el avance de la secularización, se acrecienta el pluralismo religioso. Nos encontramos ante el enorme reto de vencer el miedo y los prejuicios que nos alejan de quien es diferente. Hemos dejado en la cuneta de la historia a muchas víctimas de incomprensiones, por no acoger y respectar el don que significa acoger la diversidad.
Tenemos la oportunidad histórica, el “kairos”, de ser audaces en el respecto de la diversidad, buscando un diálogo constante. El encuentro, la relación y el compromiso humilde nos lleva a escuchar el latir del otro; hacerlo propio posibilita emprender caminos reales de paz  y de vida. Estos caminos actúan como un “cortafuegos” cuando nos asalta la tentación de la violencia o la indiferencia.
¿Cómo te sientes ante este nombramiento?
Me experimento muy pequeño, necesitado de una conversión real al Espíritu de Dios. También me experimento deseoso de ofrecer cuanto soy al servicio de nuestra Iglesia diocesana, colaborando en la tarea  que nuestro obispo, en su nombre, tiene encomendada para transitar por esas sendas.
Afortunadamente, a lo largo de la historia, contamos con infinidad de testigos que nos iluminan y confirman. El Papa Francisco es un testigo sólido y creíble, un referente clave en la cultura del diálogo y la búsqueda constante de comunión. A su vez cada uno/a, en el más pequeño gesto de amistad y de compartir, está contribuyendo a construir una sociedad más humana y por lo tanto más de Dios, edificada sobre fundamentos de encuentro y de paz.