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27.07.2016

Experiencias inolvidables en Marruecos y Ceuta

A lo largo de este mes de julio, cerca de 30 jóvenes de la diócesis de Bilbao han tomado parte en dos Campos de Trabajo, en Marruecos y Ceuta, organizados por las delegaciones de Caridad y Justicia, Evangelización y Catequesis y Misiones. Del 8 al 16 de julio, un grupo de jóvenes estuvieron en Marruecos y del 16 al 24, otro grupo se trasladó a Ceuta.

Tras concluir, los jóvenes y las jóvenes que han participado, llegan impactados por lo que allí han vivido, en el caso concreto de Marruecos resaltan que les ha llamado la atención la dura realidad que viven las personas con las que han estado trabajando y que, al mismo tiempo están felices “saboreando la acogida de este pueblo y sus gentes”. Esta experiencia –explicaban a su vuelta- pone sobre la mesa la desigualdad y la injusticia “pero saca a la luz lo mejor de nosotros mismos. Aquí, donde compartimos la vida con los últimos, es más sencillo ver a Dios caminar junto a nosotros”.
Ambos campos de trabajo tienen como objetivo “proporcionar a los jóvenes una experiencia de encuentro con Dios en el mundo de la exclusión a través del trabajo, la reflexión y la oración”.
Desde Ceuta nos comentaban que esos días les tocaba ser “como el ‘Buen Samaritano’, que ve, se compadece, se acerca, cura las heridas, acompaña y busca colaboración, y de cuyo ejemplo, Jesús nos animaba a ir y hacer lo mismo”. Por un lado, el grupo de La Residencia, se encargaba de pasear y acompañar a las personas mayores. “Hemos paseado, pintado figuras, jugado al bingo, cantado con guitarras, etc., además de otras tareas: de cocina, de lavandería y de huerto”. Por el otro, el grupo de ‘El Príncipe’ acompañaba a un grupo de unos 12 niños y niñas, con quienes han jugado, hecho talleres, cine fórum, han ido a la playa… A su regreso, Josune Larrakoetxea, una de las acompañantes de esta experiencia, decía que Ceuta es mucho más bonita de lo que se imaginaban “las personas nos sorprenden por su acogida y el valor que dan a que estemos aquí”.
Una de las visitas que más les ha impresionado ha sido la realizada al CETI (Centro de estancia temporal de inmigrantes) “un lugar –señalan- que visibiliza nuestra vergüenza… aún tenemos el corazón encogido de ver lo que somos y, sobre todo, de acoger la vida rebosante y la alegría que nos han contagiado”.