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22.05.2015

San Felicísimo de Deusto, lugar de acogida

El santuario de los pasionistas de Deusto, lugar donde se guardan las reliquias de San Felicísimo Mártir, celebra su día el Lunes de Pentecostés. Con ese motivo, la eucaristía de las nueve de la mañana que emite diariamente la emisora diocesana, Bizkaia Irratia, se retransmitirá desde allí. Román Elexpuru, párroco del convento, durante los últimos 15 años, explicó en una entrevista realizada en la emisora algunas iniciativas promovidas desde la parroquia.

Las actividades que llevamos a cabo desde el convento se realizan a nivel parroquial. La comunidad siempre ha estado muy implicada en la pastoral y en el servicio socio-caritativo. De esta casa nació `Lagun Artean´(Centro de acogida al marginado), ADECO (Amistad-Desarrollo y Cooperación) y Mercadeco ONG del Comercio Justo. Con el tiempo, estas iniciativas han desarrollado su propio camino.
¿Es esta la mejor manera de estar con las personas necesitadas?
Es una. Nosotros intentamos ofrecerles la mejor acogida posible y escucharles. La parroquia ha desplegado una dedicación considerable a favor de los emigrantes.
Hace un tiempo realizaron algunas pintadas en el templo en contra de la comunidad musulmana. ¿Qué opina?
Es muy importante que ofrezcamos nuestra ayuda a todas las personas, sin tener en cuenta su procedencia porque todos somos hijos e hijas de Dios. Todas las personas que se nos acercan son bienvenidas. Nos centramos sólo en sus necesidades y no en su raza o en su religión. Nadie viene porque quiere, sino porque lo necesita.
Las iglesias están cada vez más vacías, ¿Qué se puede hacer?
Si lo supiera, lo hubiera puesto en práctica. En este momento la Iglesia diocesana está realizando un proceso de discernimiento para reflexionar sobre este tipo de cuestiones. Pero como he dicho antes, considero que antes de `Salir al Encuentro´ tal y como nos invita el Plan, es importante acoger con humildad y amor a los que se nos acercan.
Y, ¿el futuro?
Cada uno de nosotros deberíamos implicarnos en la transformación del mundo. La fe y la persona realizan un recorrido común para Jesucristo. En general, miramos más nuestro ombligo que el de los demás pero si trasladamos esa mirada a los demás conseguiremos cambiar muchas cosas.